Tal día como hoy, 17 de mayo pero en 1814, tuvo lugar la batalla naval de Buceo, en la que se enfrentaron la escuadrilla revolucionaria argentina de Guillermo Bown y las tropas españolas del capitán de navío Miguel de la Sierra en Montevideo. El resultado fue una victoria por parte de los argentinos, que supuso el fin de la dominación española en Río de la Plata. Con motivo de esta victoria, el 17 de mayo se celebra el día de la Armada argentina.
Montevideo se encontraba en sitio terrestre por parte de los revolucionarios desde finales de 1812, por lo que la ciudad dependía del tránsito marino para subsistir. España no tenía una gran escuadra de guerra en ese momento en el puerto de Montevideo, a pesar de que siempre había sido superior a la argentina, lo que llevó a que estos aprovechasen dicha debilidad para formar una flotilla con la ayuda de Juan de Larrea y el estadounidense Guillermo Pio White y atacar a la flota española.
La flota revolucionaria. que estaba al mando de Guillermo Brown, llevó a cabo un primer ataque sin éxito frente a la isla Martín García contra la flota española de Jacinto Romarate, que no pudo sacar ventaja de la victoria debido a la falta de munición y pólvora, lo que Brown aprovechó para volver a atacar y recuperar la isla. Esta misma flota viajó hasta Montevideo después de recibir noticias de que las naves españolas que había allí viajarían a Soriano. Brown inició el bloqueo a finales de abril y cuando la escuadra regentista se enteró volvieron para enfrentarse a los revolucionarios.
El 14 de mayo inicia la batalla naval de Buceo. La flotilla revolucionaria contaba con ocho buques, 147 cañones y 1.252 efectivos; y, por el lado español, 11 barcos de guerra, 155 cañones y 1.180 hombres. De este millar muchos no tenían ningún conocimiento militar pero, a falta de oficiales entrenados, los españoles tuvieron que contar con ellos como tripulación. De la Sierra puso naipes en los palos y drizas como indicadores, para llevar a cabo la ofensiva, de manera que si gritaba ¡As de Oros!, los tripulantes sabían que debían cazar la braza del penol de babor de las gavias, o si gritaba ¡Rey de Palos!, por ejemplo, significaba que todos se tenían que empeñar en liberar las cargaderas de las cuadras del Mesana, Mayor y Trinquete para hacerse al viento. Probablemente el grito más esperado el el de ¡Rey de Copas!, que significaba significaba descanso.
Miguel de la Sierra se hizo cargo de la escuadra española después de que José Primo de Rivera y Ortiz de Pinedo no quisiese hacerse responsable al no estar Romarate. Primo de Rivera presentó un parte de enfermo por evitar enfrentarse a Brown a quién tenía miedo. Los españoles llegaron al puerto de Montevideo y atacaron a los revolucionarios con la artillería, mientras que el capitán enemigo presentó batalla a la vez que se retiraba hacia el Buceo, haciendo creer que era una retirada pero en realidad lo que quería era llevar la batalla a aguas abiertas.
El Hiena y la Mercurio, naves realistas, cañonearon a la Hércules sin éxito debido a la falta de viento. Los realistas perdieron una nave y el comandante español decidió fugarse a bordo del Hiena, dejando a José Posadas al mando. Brown quedó herido de una pierna pero aún así, no abandonó el combate, se trasladó a la Hércules, desde donde comenzó el remate a la batalla.
Esa noche, Brown ordenó cañonear a dos buques realistas con todas sus piezas. Al día siguiente, aprovechó la brisa para largar todo el trapo y rendir a una goleta, mientras que otras dos se chocaron contra las piiedras. En ese momento, los realistas solo contaban con la Mercurio, que fue perseguida por Brown a bordo de la Hércules hasta la ciudadela de San Felipe y Santiago de Montevideo. Los que estaban en la costa creyeron que los realistas traían a los revolucionarios como prisioneros y comenzaron a celebrar la victoria, pero la Hércules fondeó en la bahía de Montevideo y Brown ordenó izar una bandera azul y blanca por mitades y tronar 21 cañonazos, lo que significaba su victoria y el fin de la ocupación española en el Río de la Plata.
La batalla finzalizó con 500 realistas hechos prisioneros, más los muertos en batalla, dos barcos quemados y tres capturados. La victoria de Buceo dejó a la ciudad de Montevideo asediada y sin posibilid de abastecerse, por lo que la rendición era inevitable.